Para obtener la gran sabiduría por la que es tan famoso, Odín en los albores del tiempo,
visitó el manantial de Mimir (Memoria), la fuente de todo ingenio y sabiduría, en cuyas
profundidades se reflejaba claramente incluso el futuro y buscó al anciano que lo
vigilaba para que le dejara tomar un trago. Pero Mimir, que conocía bien el valor de un
favor tal, rehusó concederlo, a menos que Odín consintiera en darle uno de sus ojos a
cambio.
El dios aceptó sin dilaciones y se arrancó uno de sus ojos, el cual Mimir lo guardó como
garantía, hundiéndolo en las profundidades de su manantial. Bebiendo abundantemente
de las aguas, Odín se hizo con el conocimiento que ansiaba, sin lamentar jamás el
sacrificio que había hecho, pero en memoria de aquel día arrancó una rama del árbol
sagrado Yggdrasil, que daba sombra al manantial y fabricó con ella su lanza Gungnir.
Otra historia, precisamente en el Hávamál, se relata cómo Odín robó el hidromiel
poético al gigante Suttung. Para ello sedujo a la hija del gigante, Gunnlod,
Dudo si habría logrado escapar
de los salones de los gigantes,
si no hubiese usado a la buena Gunnlod
a la que estreché entre mis brazos.
Odín, creo, juró por su anillo de los juramentos.
¿Cómo se puede confiar en su palabra?
Dejó a Suttung sin hidromiel con una estafa
Y a Gunnlod con lágrimas.
Los vikingos reverenciaban especialmente un juramento sobre anillo (uno hecho sobre
un anillo sagrado, en honor al anillo Draupnir). Sin embargo, Odín lo violó, faltando a
su palabra y a la ley de tal juramento.
Según los versos que siguen, Odín no robó en realidad el hidromiel al gigante Suttung,
sino a Fialar, uno de los enanos que hicieron la bebida de la sangre de Kvasir.
Snorri le añade un prólogo a la historia. Los enanos Fialar y Galar, habían hecho el
hidromiel, pero Suttung lo cogió en compensación por la muerte de su padre y de su
madre, el gigante Gilling y su esposa. Los enanos habían invitado a Gilling a una
excursión en bote. Éste volcó y Gilling cayó. La mujer del gigante lloraba
copiosamente, tanto, que Fialar no pudo aguantar más los gritos, así que la instó a que
buscara consuelo yendo a la puerta y mirando en el lugar donde había ocurrido la
tragedia. Ella estuvo de acuerdo y mientras estaba de pie, Galar le tiró una piedra de
molino en la cabeza y la mató. Suttung se ofendió y planeó la venganza. Cogió a los
enanos y los llevó en barco hasta un peñasco que estaba sumergido por la pleamar. Allí
los amenazó con abandonarlos salvo que pagasen por las muertes y ellos aceptaron darle
el hidromiel. Él se lo llevó a casa y se lo confió a su hija Gunnlod.
Odín decidió coger el hidromiel. Mientras caminaba hacia la fortaleza de Suttung, llegó
a un campo donde nueve trolls estaban segando. Eran los aparceros de Baugi, el
hermano de Suttung. Como eran trolls, no eran demasiado inteligentes y estaban usando
guadañas sin afilar. Odín les ofreció afilar las herramientas y los esclavos quedaron
sorprendidos de lo mejor que segaban ahora. Le preguntaron si podían comprarle la
piedra de afilar y el dios se la arrojó y todos se lanzaron a cogerla. Con la confusión y
las guadañas afiladas, se cortaron las gargantas unos a otros y murieron. Odín continuó
su camino hacia la granja. Baugi estaba trastornado por haber perdido toda su fuerza de
trabajo, pero Odín le ofreció hacer todo el trabajo a cambio de un trago del hidromiel de
Suttung. Se presentó a sí mismo como Bolverk, lo que debió haber puesto en guardia a
un gigante, pues significa Malvado. Sin embargo, todo lo que Baugi hizo fue señalar
que no tenía control sobre el hidromiel de su hermano, pero aceptó ver lo que se podía
hacer para ayudar a Odín a satisfacer su deseo. Bolverk trabajó todo el verano como un
esclavo y cuando llegó el invierno le pidió a Baugi su paga. Éste le llevó ante Suttung,
pero el gigante se negó a darle un solo trago del hidromiel. Sin embargo, Baugi y
Bolverk se compincharon para conseguir algo de hidromiel y juntos hicieron un agujero
a través de las rocas para alcanzarlo. Bolverk se convirtió en una serpiente y reptó por el
agujero.
El relato ilustra algunos de los atributos menos atractivos de Odin: su despreciable
astucia y oportunismo, su habilidad para cambiar su forma, su propensión a los nombres
falsos y a los disfraces, su recurso a la traición. Para una visión más positiva, tenemos
que ver su pretensión de ser un dios del conocimiento. Su modo de conseguir la
sabiduría es mediante el sacrificio (un ojo como pago por beber de la fuente de Mimir,
colgando de un árbol para lograr las runas). Podía hacer hablar a los muertos, podía
preguntar a los sabios, usar todos los poderes del seidr (un tipo de magia particular y
poco concisa), tenía los cuervos, Hugin y Munin.